miércoles, 8 de junio de 2011

Peanuts



Sometimes I lie awake at night and I ask, "Why me?", then a voice answers "Nothing personal, your name just happened to come up."
-Charlie Brown, Peanuts


No sé si alguna vez soñé con un strip. Con una tira de cómic. No me animo a dar un veredicto final sobre eso. No recuerdo, sin embargo, otra ocasión en la que lo haya hecho.

Anoche me fui a dormir (esa cosa que se aproxima a meterse en la cama a descansar) y, Lord Jim, vaso de agua y pucho de por medio, me fui apagando con una pregunta.

Es regla que las preguntas se repitan e, incluso, que parezca que son siempre las mismas.
Son dos o tres, no más, que hacen de satélites que orbitan lo irresoluble de la mente o del alma y que nunca dejan de giran ni de crear mareas.

Vuelvo.

La cosa es que

Soñé con Snoopy,

Es un strip que evoco, preciso pero vago, de cuando todo lo que leía era físico.
Recuerdo, sí, el formato del libro en el que lo leí como si fuera hoy: una compilación en tapa blanda, en inglés, de strips de Peanuts. Si no recuerdo mal (y no creo hacerlo) era de Owl Books y Charlie Brown y el verde fosforescente dominaban la cubierta, que tenía texto en amarillo. Yo tenía diez u once años y tanto el inglés como muchísima de la sutileza psicológica del mundo de Peanuts se me escapaban en porciones similares. Lo disfrutaba, creo, a mi manera. Me gustaba Snoopy, me gustaba Woodstock (como a todo chico, iba primero por los animales) pero no entendía algunas de sus reflexiones.

Vuelvo.


con un strip de cuatro viñetas.


Este es uno de los muchos strips en los que Snoopy está con la máquina de escribir (la palabra typewriter es TAN bonita). Me gustaban esos particularmente porque rompían la narrativa de globos y me gustaba (me gustó siempre, lo hace ahora) la letra que usaba Schulz para mostrar la escritura de Snoopy.



No tengo forma de armar el sueño con palabras. Es la tira: entera y viñeta a viñeta. Es secuencial, es directo... pero también es constante, y es progresivo y es inmediato... no sé. Nunca fue difícil describir lo caótico de los sueños, pero sí lo es lo narrativamente improbable.
La cuestión es que lo entendí, entero, y que lo que veo y leo y escucho y comprendo y me entra, para decirlo de alguna forma, por todos lados, verbatim,


Porque juro que hace tres horas y dos pavas de mate y varias pasadas a CDs de White Stripes que estoy gastando la internet buscándola y no la encuentro.


es lo siguiente:


Viñeta 1: [Snoopy, sobre la cucha, escribiendo con su máquina de escribir] "Do you love me?" she asked. "Of course", he said.

Viñeta 2: [Snoopy, sobre la cucha, escribiendo con su máquina de escribir] "Do you really love me?" she asked. "Of course", he said.

Viñeta 3: [Snoopy, sobre la cucha, escribiendo con su máquina de escribir] "Do you really REALLY love me?" she asked. "No", he said.

Viñeta 4: [Snoopy, sobre la cucha, escribiendo con su máquina de escribir] "Do you love me?" she asked. "Of course", he said. So she asked no more.


Luego, despierto.


La recuerdo, ahora lo entiendo, porque la recuperé en la mudanza que tuve a los quince y, como en todas las mudanzas, aparecieron mementos del mágico pasado que se escondían dentro de cajones poco visitados o en el medio de libros más grandes o (caso real, un muñeco de G.I. Joe por el que mantuve luto durante casi un año) dentro de nunca concurridos paragüeros.


A los diez u once ese strip no me produjo nada salvo la sonrisa de ver a un perro escribiendo a máquina en el techo de su cucha. A esa edad la palabra amor es, además de algo irreal, casi vergonzante. Uno no ama con palabras. Uno la asocia (y también con vergüenza) a las manos de mamá y la voz de papá, pero no hay lugar para la palabra amor. Porque, afortunadamente, se está demasiado tiempo aprendiendo y amando en serio como para ponerse a teorizar sobre eso. Amor, a los diez u once, es esa estúpida y supernumeraria parte de la peli en la que se pierden quince minutos porque el protagonista y la chica deciden histeriquearse y luego besarse en lugar de estar, como deberían, carajo, pilotando cazas estelares entre monumentales cruceros enemigos o enfrentando dinosaurios con plateadas y duras pistolas o escapando de algún pelado con monóculo, acento alemán y trampas que involucran sierras y, de alguna feliz manera, tiburones blancos.


A los quince me llegó de otra manera.


"Dejemos las conclusiones para los idiotas", dijo Pío Baroja alguna vez y en este caso le doy la derecha.


Escribo por dos cosas.
No, por tres: por la Maravilla, que siempre arde; por recuperar otra vez, y en otra mudanza harto más compleja y harto más importante y harto más larga algo que, como todo lo que te vuelve cuando no lo poseés, es íntimamente tuyo y por el serio carácter del Sueño, que no cede ante la tentación de lo obvio y te da preguntas cuando te vas a dormir con preguntas.


Alguna vez lo escribí, en el teléfono, probablemente ebrio, el lo alto de una noche perdida: a cierta hora de la noche, hacer preguntas es muchísimo más difícil (y, agrego ahora, más peligroso) que dar respuestas.


Sometimes I lie awake at night, and I ask, "Where have I gone wrong?" Then a voice says to me, "This is going to take more than one night."
-Charlie Brown, Peanuts

1 comentario:

Luciano Mastropietro dijo...

- La viñeta que soñaste es áspera.
- El detalle chileno, casi sobre el final, es lindísimo.
- Estallé de risa (esa risa que contiene miedo y más preguntas) con la cita final.