domingo, 22 de enero de 2006

Milton XX


La resaca es una ciénaga en la mente.

El mundo está desacomodado.

Me siento (no recordaba haberme acostado con los pies sobre las almohadas), lentamente. Algo dentro de mi cráneo se abre como un cierre relámpago y escucho un “uhhh…” que sé que debe ser mío, pero viene de muy lejos, de muy otro. Vuelvo a acostarme, pero esta posición no tiene tampoco nada de bueno, así que lo único que imagino que va a atenuar este infierno es un buen lavado de cara y de dientes, muchas pastillas de paracetamol, la mitad de la producción anual de café de Colombia y un antiácido del tamaño de la medialuna del Camp Nou.

Mientras me arrastro hasta el baño pienso que posiblemente un zombie del Resident Evil con tres tiros encima debe parecer Julio Bocca en comparación conmigo a la hora de moverse. Esto -sí, estoy jodido- me causa gracia y tengo el terrible reflejo de sonreírme. Sonreírse duele, el cierre relámpago ya no se abre, le saltan todos los dientes; y un rumor ciego y apelmazado, como de miles de hormigas enojadísimas, me aprieta con pavorosa fuerza la parte de atrás de los ojos.

Milton ve mi Epopeya-en-busca-del-Baño desde el patio. Está ensillando a Tumba para su cabalgata matinal. Se sonríe y me dice: “Que look, Skywalker. ¿Siempre te levantás así o sólo para festejar los días tan buenos como este?”

Trato de contestar, pero tengo la boca empastada, como si mis dientes, lengua y paladar estuvieran hechos del relleno de los Snickers y se negaran a actuar por separado. Me sale algo así como: “ssssssssnacussssssssssssu tumá”. Si el traductor de la ONU que se ocupa de traducir resacoso-español estuviera presente le diría a Milton: “Delegada, aquí el señor Urralburu la exhorta a que se vaya bien a la concha de su señora madre, si no le es mucha molestia”. Milton sonríe aún más que antes (ya tiene el sombrero puesto) y me dice: “Si mi amor”. Tiene razón, pienso, es un día precioso.

El espejo del baño es particularmente cruel hoy y se sintoniza en la versión apocalíptica de la cara que creo tener. La versión Burton de mi jeta. Me asusto: parezco dos kilos de helado de mierda metidos en un pote de un kilo.

Me lavo la cara y los dientes con tanta fuerza y tanta esperanza que bien podría ser una plegaria a los oscuros dioses que hacen doler detrás de los ojos y, con cuatro pastillas de Tafirol en la mano, pongo primera (y no salgo de ella) hacia la cocina.

Milton me espera sentada sobre la mesada, jugueteando con el piercing de su pezón, el sombrero echado hacia atrás y una taza enorme de café caliente en la mano. La cura del cáncer, el desarme mundial, la invasión de los hombres M&M, el MGS 4 conmigo como protagonista… ninguna noticia tendría tanto lugar en mi mente como para hacerle sombra a una simple taza de café. Miro la taza como Adán debe de haber mirado a Eva la primera vez que Dios los puso juntos en el mismo boliche.

Milton me la pasa y me ofrece unas tostadas con Tholem, también.

Estoy por llorar de la emoción. Es tan buena, es tan linda… “Necesito quinientos mangos, monumento a la mala mañana”… es una perra sarnosa la muy interesada.

Primero el café, después vemos todo lo demás.

Milton es paciente, saca un pucho de su atado de Gitanes, lo enciende y se entretiene silbando Misty Mountain Hop mientras resuelve la Claringrilla.

Ahora sí. Por fin viene un palo largo de cuatro, cubro ese agujero finito de la derecha, hago tetris y bajo un poco el nivel de ladrillos.

El mundo vuelve a acomodarse.

-¿Quinientos mangos?

-Yap.

-Ta bien… sabés que voy a terminar dándotelos. ¿Podemos discutir con la soltura y sinceridad de quienes ya pasaron por la negociación?

-Podemos.

-¿Porqué no laburás?

-Laburo, no es una acitivdad que me deje dinero, pero tengo varios trabajos muy serios.

-…

-Este no es el tema de discusión. Además tengo algo preparado que te va a sorprender en cuanto a laburo.

Más sorpresas no…

-OK… ¿para qué los querés?

Sonríe como un picnic de día de la primavera en el Parque Sarmiento a los once años.

-Me voy a comprar una moto.

-Dios…

-Sabía que te iba a encantar.

-No hay motos para tu tamaño.

-No, no de serie.

-Contame.

-Bueno, ¿viste Gabi, el coloradito?

-…

-El primo de Adrián.

-… si…

-Él tiene una casa de modelismo. Vamos a adaptar una maqueta grande con un motor de 25 y vamos a hacerla andar.

Quiero enojarme, pero en el fondo me encanta la idea… desde el conejo en motoneta de Tito que este tipo de cosas me causan mucha gracia. Sonrío, con ganas.

-¿Y qué maqueta van a adaptar?

En el picnic aparecen 10 litros de Coca helada, kilos de papas fritas y una número cinco nueva. La sonrisa le come la cara a Milton.

-Kawazaki Ninja.


jueves, 19 de enero de 2006

Milton XIX


…God damn it, an entire generation pumping gas, waiting tables; slaves with white collars. Advertising has us chasing cars and clothes, working jobs we hate so we can buy shit we don't need. We're the middle children of history, man.

-Tyler Durden


*CLICK!*

-…!

-¡Rápido!

(No le deseo a mucha gente despertarse en medio de la noche con un puerco espín parado sobre el pecho gritándole).

-…

-¡Rápido!

-…¿Qué…? ¡¿Qué pasa?!

-Ya, decime cinco cosas que te gusten mucho. ¡Ya!

-…Dejate de joder, mirá la hora que es.

-¡Ya-ya-ya-ya-ya-ya!

-No te vas a ir, ¿no?

-Cinco cosas, las primeras que te vengan a la mente. ¡Ya-ya-ya-ya-ya-ya!

-Bueh… Dejame pensar…

-No, ¡sin pensar! ¡Ya-ya-ya-ya-ya-ya!

-Pero…

-Que te gusten. ¡Ya-ya-ya-ya-ya-ya!

-Mmm…

-Las cinco que se te ocurran primero, sin pensar mucho. ¡Ya-ya-ya-ya-ya-ya!

-OK… un tren… mejor dicho, un viaje en tren, largo, con mucho sol, viento y el mundo entero entrando por la ventanilla sin pedir permiso y llenándote la cara.

-¡Otra!

-El momento ese… fuera del tiempo, en el que apoyás la cabeza en la panza de tu chica después de hacer el amor y estás seguro de que estás a salvo de todos los males de este mundo.

-¡Otra!

-…

-¡Ya!

-El olor a tostadas, a pan tostado y café haciéndose en la cocina mientras estás en la cama, tapado por completo, sin estar ni despierto ni dormido y sabés que no hace ninguna falta que te levantes.

-¡Otra!

-La risa… de Sabri, o un amigo… Tito, Pablo… cuando es tan sincera que no sabés si se están riendo o van a sacar un conejo de la garganta.

-¡Otra!

-…

-¡Dale!

-Que se yo…

-¡Dale!

-No sé… Be Mine, de REM.

-Muy bien,- se baja, con papel y lápiz, primero de mi pecho y luego de la cama- muchas gracias.

-¡Pará!

-¿Si?

-¿A qué vino todo eso?

-Nada. Quería saber en dónde metías a las azafatas suecas, los autos italianos, Cancún, las zapatillas de quinientos mangos, la paz mundial, los boliches de la Costanera, el culo de Nicole Neumann, los celulares con rayos X o toda la demás parafernalia electrónica cuando estás en apuros.

-…

-Ahá.

-Supongo que el culo es la cuarta dimensión, ¿no? Debe haber miles de cosas ahí y no vemos ninguna.

-Eso parece… buenas noches.

*CLICK!*


jueves, 5 de enero de 2006

Milton XVI


Milton no comprende el spam. Dice no creer en tal cosa.

Milton es un bicho curioso. Bah, bicha. Curiosa.

Se toma su tiempo y unas tres o cuatro tazas de café para contestar puntualmente toda correspondencia que llegue a su casilla. Spam, cadenas, publicidades, etc.

Transcribo, para ilustrar:

“Estimado Out of Liabilities :

Saludos cordiales.

Con respecto a su mail que tiene por título: “Be a real man, enlarge your penis”, me gustaría hacerle algunas consideraciones, dadas mis circunstancias.

La verdad es que considero poco probable (para no usar un término tan poco feliz como imposible) que pueda usted garantizarme el alargamiento de mi pene, ya que no dispongo de tal apéndice. Sería como proponerse peinar a un pescado.

De todas maneras, teniendo en cuenta su tenacidad y el interés que demuestra en ello viendo que me manda la misma correspondencia en forma periódica, le propongo lo siguiente: yo me implanto un pene, pequeño por defecto (mido 30 centímetros por el momento, con las espinas en reposo), para poder hacer que usted cumpla con lo que tanto desea. Luego usted, mediante su seguramente hábil y fantástica intervención, me lo agranda. Asumo que la medida final viene a pedido del cliente. Digamos, para dejar ya algunas cosas establecidas, unos veintitrés centímetros. Luego de eso, y con la estimulación pertinente, me dedicaría a embestir prolija y profusamente su lastimoso y pedorro culo con mi nuevo y “enlarged” choto. ¿Cerramos trato?

Suya.

Milton.

PD: Pincho un poco cuando estoy excitada, pero vale la pena.”

Otro:

“Estimado Arthur :

Saludos cordiales.

Con respecto a su mail que recibí ayer, con encabezado: “Free Teen Online CamParty invite”, me gustaría compartir una idea con usted.

La verdad es que la pornografía me aburre, mortalmente. De todas maneras mentiría si dijera que no disfruto ocasionalmente de algún producto en esa línea, ya que me sorprende y maravilla lo delicado de los guiones y la esmerada puesta en escena de algunos filmes del género. Pero, teniendo en cuenta su invitación, querría hacerle una contraoferta: prometo consumir, comprar y entregar mi alma al infierno de los pop-ups si usted, querido Arthur (un nombre muy bonito, por cierto), me ofrece un producto en el que tres atléticos, jóvenes y saludables ugandeses morochos y sudorosos hagan con su, seguramente, consumido por la masturbación y podrido cuerpo todo lo que a mi jodida mente se le antoje. ¿Le parece? Si es así, no demore en contestarme y corro a comprar una webcam.

Suya.

Milton.”

Un último:

“Estimada Laura Gresci :

Saludos cordiales.

Tengo sólo un comentario que hacerle a su agradable y desinteresada propuesta, expuesta en el mail que usted me envía, titulado: “Boletín de trabajo para masajistas”.

Usted se droga muchísimo, ¿no?

Suya.

Milton.”

Jeh.