viernes, 27 de octubre de 2006

Milton XXV


Hamlet: Whether 'tis nobler in the mind to suffer
The slings and arrows of outrageous fortune,
Or to take arms against a sea of troubles,
And by opposing end them.

Hamlet, III, i

Nico Belz murió hoy a la madrugada.

Ayer a la noche a un Palio azul le fallaron los frenos y los aplastó a él y a su moto contra una camioneta. Su novia me llamó hace 10 minutos.

Nico tenía 30 años, un perro negro y tonto y oloroso más viejo que las pirámides y una remera de los Ramones que le envidiaba desde nuestros 17 años.

Ayer a la noche yo estaba tomando cerveza, comiendo pizza y hablando de David Lynch y Time Spiral, muchísimos chinos estaban yendo a laburar, en la tele alguien decía un lugar común sobre el superclásico y la tierra giraba sobre su eje como siempre.

Hace un buen rato que quiero ponerme a escribir de nuevo.

Hace un buen rato que me vienen sucediendo cosas bastante fuleras. Algunas muy mucho. Estos últimos meses -con un pico notorio hace una semana- estuvieron salpicados con ganas de empezar cosas y entusiasmo y con esas pequeñas y grandes tragedias que nos son comunes a todos, lo sé, pero que en lo singular, como siempre, son mi mundo y van socavando lo positivo. Desde nimiedades económicamente engorrosas como la rotura del lavarropas hasta un desgarrón emocional al cual aún no puedo verle los bordes.

Lo último que Nati me dijo hace un rato fue: “No es justo, Semi.” La pregunta se grita sola. ¿Es justo? ¿Es justo el mundo, la vida, la muerte, lo que sucede, lo que nos sucede, lo que me pasa?

Tengo esa respuesta y otra pregunta con otra respuesta.

La respuesta es: no lo sé, probablemente no. La pregunta que sigue es: ¿importa eso, está bien?

Paso y quiero.

No, no importa. Y sí, está bien.

Esta es una opinión muy personal, naturalmente, pero creo que el hecho de que el universo sea injusto (si es que el universo tiene que ser medido moralmente como una persona, cosa que es absurda pero creo que se me entiende) está bien.

Por supuesto que no apoyo la causa del universo al anegar para siempre la vida y los sueños de un tipo que dejó una guitarra sin estrenar, el proyecto casi terminado de comprarse un departamentito con la novia y a su equipo de amigos sin un zurdo muy habilidoso y medio morfón. Una acción que le robó a la economía de sus afectos probablemente cuarenta millones de minutos de risas, de consuelo, de cariño, de calor.

Con Nico fuimos a ver varias veces a Todos Tus Muertos, íbamos juntos a comprar faso a la placita del Emilio Mitre algunos viernes, nos sacábamos los ojos discutiendo sobre X-Men y Avengers y nos turnamos el peso de las mochilas de nuestros primeros desengaños amorosos. No éramos grandes amigos. Nos queríamos bien y nos veíamos eventualmente pero sabíamos aprovechar generosamente nuestras afinidades. Y me duele mucho mucho la pérdida.

Vuelvo a mi reflexión personal. ¿Patalear por eso?

No.

El hecho de que ciertas injusticias (si es que lo son, nadie conoce todas las causas y efectos) sucedan -me sucedan- hace que este mundo me mantenga como socio inversor.

Me explico: no todas las injusticias son cosas nefastas.

Yo estoy seguro de no merecer las maravillosas cosas de las que disfruto. Esto no es un elegante malabar de palabras y falsa modestia. Es verdad.

No creo que sea justo (que yo haya hecho méritos) que yo disfrute de un mundo que incluya a mis amigos, que son abismalmente generosos y nobles conmigo a pesar de quien soy. No tengo forma de justificar, sabiéndome, el amor de las mujeres a las que fue un orgullo y un privilegio tener a mi lado mientras les duraba el error de estar conmigo. Tengo demasiada (demasiada, demasiada) suerte con la gente que me quiere o me quiso. Esa injusticia es tan dulce que me maravilla todo el tiempo.

¿Es justo que un padre, una novia, un amigo pierda de forma irrevocable a un hijo, un novio, un amigo? ¿Sacarse un cuatro después de dos semanas de estudio, ostracismo y esfuerzo? ¿Que llueva después de lavar el coche? ¿Hacer 1-2-Drop luego de dos meses de testeo y cien mangos en cartas? ¿Que una nena muera de leucemia a los cuatro años? ¿Que Cruz haya ido al mundial? ¿Que la mujer a la que uno ama con tanta sinceridad y plenitud que asusta elija ser estrella en cielo ajeno? ¿Que Francella siga actuando?

No lo sé. Creo que no.

Pero sí sé que yo tampoco merezco un mundo que me ofrezca la compañía y la sonrisa de mis amigos; tener a las más sexy y cariñosa de las gatas y las tostadas con manteca. Un mundo que sin haber hecho nada meritorio me dio una madre fuerte y una hermana admirable, me dio a Radiohead y a los Skittles. Un mundo que me regaló la gloria de que la más hermosa de las mujeres que haya conocido me diga te amo, a Dragonball y a Chesterton y a River. Un mundo que sin pedirme nada me de el ron blanco, la sedosa textura de unas cálidas tetas de dama y Watchmen también es injusto.

No se si está bien vomitar todo esto, estoy escribiendo sin red, pero hoy prefiero agarrarme de esas injusticias. No son ni más ni menos que las otras.

Y no soy de los imbéciles que hablan de vasos medio llenos.

Duele como si Roberto Carlos tomara seis metros de carrera dentro de tu pecho y te pateara el corazón.

Todo esto duele como la reputísima concha de su madre.


domingo, 24 de septiembre de 2006

Milton XXII


-Hey.
-You came after me.
-I had to. People like you an' me don't find each other too often in this damn world. Please come with me, Tulip.
Reverend Jesse Custer, Tulip O'Hare - Preacher, LXVI, 14


Hoy a la mañana me devoré Preacher. Por segunda vez.
Es tan... tan jodidamente bueno. Inefablemente bueno.
Igual no iba a eso.
Jesse y Tulip son la pareja perfecta. A eso iba.
Amor. Suena pelotudo. Porque lo es.
Pero toda buena historia es una historia de amor.
Y pocas son como esta.


Until the end of the world.






martes, 6 de junio de 2006

Milton XX


Se necesitan, con inexistente urgencia pero muchas ganas:

  • 500 toneladas de madera de roble (para una buena quilla)
  • 100 toneladas de madera de pino (pino bueno, para mástiles)
  • 100 toneladas de cualquier otra madera o más de la anterior (para construcción de puente y dependencias)
  • 1200 metros cuadrados de lona fuerte y apretada
  • 3500 metros de soga de cáñamo (nueva en lo posible)
  • 30 cañones de hierro fundido para balas de cañón de 11 kilogramos
  • 120 balas de cañón de 11 kilogramos
  • 80 mosquetes en buen estado
  • 500 kilogramos de pólvora
  • 1500 perdigones
  • 80 sables
  • 80 puñales
  • 300 kilogramos de hierro
  • 200 kilogramos de bronce
  • 3000 litros de alquitrán
  • 1000 litros de ron blanco
  • 200 kilogramos de limón
  • 500 kilogramos de carne curtida a la sal
  • 3 astrolabios
  • 3 catalejos
  • 1 loro políglota (español, francés, inglés)
  • 75 personas fuertes y con pocos o ningún prurito social, aptitud para recibir órdenes y cumplirlas de inmediato, con conocimiento de armas del siglo 17, astronomía y navegación y lucha cuerpo a cuerpo y con armas blancas.

Quien pueda y quiera colaborar, puede hacérmelo saber por este medio.

A todo aquel que se presente por la participación humana (CV en mano), luego de superar una oportuna revisación psicofísica, se le garantiza participación en las ganancias de todo saqueo, quema y/o violación en que las actividades mercantiles de la empresa a formar incurra.

Muchas gracias.

Atte.

Milton




miércoles, 15 de marzo de 2006

Milton XXVI


Polonius: What do you read, my lord?

Hamlet: Words, words, words.

Hamlet, II, II

El micro, de uniforme azul, número 151 de Andesmar sale con destino a la lejana Bariloche a las 1300 en punto -con la puntualidad de los astros- de la plataforma 10 de Retiro.

Geográficamente hablando tengo el culo descansando en el asiento más superior y más izquierdo del micro. El 09 para los que dejan que la quiniela juegue con ellos. En el 10, el inmediato a la derecha, una turbulencia azul se agita. De mi mochila sale una cabeza azul y peluda. Nace con un brusco resoplar desde las profundidades de tela de avión. Milton olisquea el aire y parpadea para adaptar los ojos a la luz del día. La verdad es que entra demasiada luz del día por el parabrisas superior del 151 de Andesmar.

-¿Ya está? Esto es indigno de mí.

-Ya está -digo mientras cierro mi libro (Yo, Claudio) y le aliso las espinas del lomo-. Estamos saliendo. Además vos insististe en gastar los 130 mangos de tu pasaje en puchos y cerveza.

-Era absolutamente necesario -Milton arruga la cara y pone voz de colectivo que no va a parar, voz de directoria de primaria menstruando-. Estoy segura de que allá en el sur no voy a poder conseguir estos Gaulois -saca uno y hace ademán de encenderlo, se lo saco con furia y sorpresa-, y que toda la cerveza que vamos a encontrar es esa artesanía hippie, diabólica y contra-natura (como la pizza de ananá) con gusto a calafate, oveja o ala de pingüino. Como si para que una persona normal pudiera tomar cerveza pasando Bahía Blanca tuviera que pedir cerveza de cerveza.

-Agradecé que no haya nadie que reclame tu asiento, porque la alternativa es ir en los portaequipajes de arriba de los asientos -le digo mientras los señalo con la mano y despliego una amplia sonrisa de conductor de programa de concursos-.

Milton mete la manito derecha para no perder su página -está leyendo La Tía Tula- y con la zurda me hace un gesto que, adivino, no es la cantidad de pasajes que compramos.

El paisaje en la salida de retiro es una pastilla grande de desconsuelo. Tanta pobreza en tan poco lugar con el Sheraton de fondo es como la cara de Ashley Judd en el cuerpo de King Kong.

-A veces la miseria ajena duele en forma física. Por más cínico y refractario a la compasión que uno se crea -le digo a Milton, adivinando lo que piensa sólo con ver la expresión con la que mira por la ventana frontal del micro-.

-Tu mundo está hecho como el culo, macho.

-Si tenés alguna queja -señalo con la misma cara de antes hacia la subida de la escalera-, ahí tenés a dos promotoras del laburo del diseñador gráfico de todo lo que ves.

Cruzando el mínimo pasillo, el las ubicaciones 11 y 12 del 151 de Andesmar se están acomodando dos monjas.


domingo, 22 de enero de 2006

Milton XX


La resaca es una ciénaga en la mente.

El mundo está desacomodado.

Me siento (no recordaba haberme acostado con los pies sobre las almohadas), lentamente. Algo dentro de mi cráneo se abre como un cierre relámpago y escucho un “uhhh…” que sé que debe ser mío, pero viene de muy lejos, de muy otro. Vuelvo a acostarme, pero esta posición no tiene tampoco nada de bueno, así que lo único que imagino que va a atenuar este infierno es un buen lavado de cara y de dientes, muchas pastillas de paracetamol, la mitad de la producción anual de café de Colombia y un antiácido del tamaño de la medialuna del Camp Nou.

Mientras me arrastro hasta el baño pienso que posiblemente un zombie del Resident Evil con tres tiros encima debe parecer Julio Bocca en comparación conmigo a la hora de moverse. Esto -sí, estoy jodido- me causa gracia y tengo el terrible reflejo de sonreírme. Sonreírse duele, el cierre relámpago ya no se abre, le saltan todos los dientes; y un rumor ciego y apelmazado, como de miles de hormigas enojadísimas, me aprieta con pavorosa fuerza la parte de atrás de los ojos.

Milton ve mi Epopeya-en-busca-del-Baño desde el patio. Está ensillando a Tumba para su cabalgata matinal. Se sonríe y me dice: “Que look, Skywalker. ¿Siempre te levantás así o sólo para festejar los días tan buenos como este?”

Trato de contestar, pero tengo la boca empastada, como si mis dientes, lengua y paladar estuvieran hechos del relleno de los Snickers y se negaran a actuar por separado. Me sale algo así como: “ssssssssnacussssssssssssu tumá”. Si el traductor de la ONU que se ocupa de traducir resacoso-español estuviera presente le diría a Milton: “Delegada, aquí el señor Urralburu la exhorta a que se vaya bien a la concha de su señora madre, si no le es mucha molestia”. Milton sonríe aún más que antes (ya tiene el sombrero puesto) y me dice: “Si mi amor”. Tiene razón, pienso, es un día precioso.

El espejo del baño es particularmente cruel hoy y se sintoniza en la versión apocalíptica de la cara que creo tener. La versión Burton de mi jeta. Me asusto: parezco dos kilos de helado de mierda metidos en un pote de un kilo.

Me lavo la cara y los dientes con tanta fuerza y tanta esperanza que bien podría ser una plegaria a los oscuros dioses que hacen doler detrás de los ojos y, con cuatro pastillas de Tafirol en la mano, pongo primera (y no salgo de ella) hacia la cocina.

Milton me espera sentada sobre la mesada, jugueteando con el piercing de su pezón, el sombrero echado hacia atrás y una taza enorme de café caliente en la mano. La cura del cáncer, el desarme mundial, la invasión de los hombres M&M, el MGS 4 conmigo como protagonista… ninguna noticia tendría tanto lugar en mi mente como para hacerle sombra a una simple taza de café. Miro la taza como Adán debe de haber mirado a Eva la primera vez que Dios los puso juntos en el mismo boliche.

Milton me la pasa y me ofrece unas tostadas con Tholem, también.

Estoy por llorar de la emoción. Es tan buena, es tan linda… “Necesito quinientos mangos, monumento a la mala mañana”… es una perra sarnosa la muy interesada.

Primero el café, después vemos todo lo demás.

Milton es paciente, saca un pucho de su atado de Gitanes, lo enciende y se entretiene silbando Misty Mountain Hop mientras resuelve la Claringrilla.

Ahora sí. Por fin viene un palo largo de cuatro, cubro ese agujero finito de la derecha, hago tetris y bajo un poco el nivel de ladrillos.

El mundo vuelve a acomodarse.

-¿Quinientos mangos?

-Yap.

-Ta bien… sabés que voy a terminar dándotelos. ¿Podemos discutir con la soltura y sinceridad de quienes ya pasaron por la negociación?

-Podemos.

-¿Porqué no laburás?

-Laburo, no es una acitivdad que me deje dinero, pero tengo varios trabajos muy serios.

-…

-Este no es el tema de discusión. Además tengo algo preparado que te va a sorprender en cuanto a laburo.

Más sorpresas no…

-OK… ¿para qué los querés?

Sonríe como un picnic de día de la primavera en el Parque Sarmiento a los once años.

-Me voy a comprar una moto.

-Dios…

-Sabía que te iba a encantar.

-No hay motos para tu tamaño.

-No, no de serie.

-Contame.

-Bueno, ¿viste Gabi, el coloradito?

-…

-El primo de Adrián.

-… si…

-Él tiene una casa de modelismo. Vamos a adaptar una maqueta grande con un motor de 25 y vamos a hacerla andar.

Quiero enojarme, pero en el fondo me encanta la idea… desde el conejo en motoneta de Tito que este tipo de cosas me causan mucha gracia. Sonrío, con ganas.

-¿Y qué maqueta van a adaptar?

En el picnic aparecen 10 litros de Coca helada, kilos de papas fritas y una número cinco nueva. La sonrisa le come la cara a Milton.

-Kawazaki Ninja.


jueves, 19 de enero de 2006

Milton XIX


…God damn it, an entire generation pumping gas, waiting tables; slaves with white collars. Advertising has us chasing cars and clothes, working jobs we hate so we can buy shit we don't need. We're the middle children of history, man.

-Tyler Durden


*CLICK!*

-…!

-¡Rápido!

(No le deseo a mucha gente despertarse en medio de la noche con un puerco espín parado sobre el pecho gritándole).

-…

-¡Rápido!

-…¿Qué…? ¡¿Qué pasa?!

-Ya, decime cinco cosas que te gusten mucho. ¡Ya!

-…Dejate de joder, mirá la hora que es.

-¡Ya-ya-ya-ya-ya-ya!

-No te vas a ir, ¿no?

-Cinco cosas, las primeras que te vengan a la mente. ¡Ya-ya-ya-ya-ya-ya!

-Bueh… Dejame pensar…

-No, ¡sin pensar! ¡Ya-ya-ya-ya-ya-ya!

-Pero…

-Que te gusten. ¡Ya-ya-ya-ya-ya-ya!

-Mmm…

-Las cinco que se te ocurran primero, sin pensar mucho. ¡Ya-ya-ya-ya-ya-ya!

-OK… un tren… mejor dicho, un viaje en tren, largo, con mucho sol, viento y el mundo entero entrando por la ventanilla sin pedir permiso y llenándote la cara.

-¡Otra!

-El momento ese… fuera del tiempo, en el que apoyás la cabeza en la panza de tu chica después de hacer el amor y estás seguro de que estás a salvo de todos los males de este mundo.

-¡Otra!

-…

-¡Ya!

-El olor a tostadas, a pan tostado y café haciéndose en la cocina mientras estás en la cama, tapado por completo, sin estar ni despierto ni dormido y sabés que no hace ninguna falta que te levantes.

-¡Otra!

-La risa… de Sabri, o un amigo… Tito, Pablo… cuando es tan sincera que no sabés si se están riendo o van a sacar un conejo de la garganta.

-¡Otra!

-…

-¡Dale!

-Que se yo…

-¡Dale!

-No sé… Be Mine, de REM.

-Muy bien,- se baja, con papel y lápiz, primero de mi pecho y luego de la cama- muchas gracias.

-¡Pará!

-¿Si?

-¿A qué vino todo eso?

-Nada. Quería saber en dónde metías a las azafatas suecas, los autos italianos, Cancún, las zapatillas de quinientos mangos, la paz mundial, los boliches de la Costanera, el culo de Nicole Neumann, los celulares con rayos X o toda la demás parafernalia electrónica cuando estás en apuros.

-…

-Ahá.

-Supongo que el culo es la cuarta dimensión, ¿no? Debe haber miles de cosas ahí y no vemos ninguna.

-Eso parece… buenas noches.

*CLICK!*


jueves, 5 de enero de 2006

Milton XVI


Milton no comprende el spam. Dice no creer en tal cosa.

Milton es un bicho curioso. Bah, bicha. Curiosa.

Se toma su tiempo y unas tres o cuatro tazas de café para contestar puntualmente toda correspondencia que llegue a su casilla. Spam, cadenas, publicidades, etc.

Transcribo, para ilustrar:

“Estimado Out of Liabilities :

Saludos cordiales.

Con respecto a su mail que tiene por título: “Be a real man, enlarge your penis”, me gustaría hacerle algunas consideraciones, dadas mis circunstancias.

La verdad es que considero poco probable (para no usar un término tan poco feliz como imposible) que pueda usted garantizarme el alargamiento de mi pene, ya que no dispongo de tal apéndice. Sería como proponerse peinar a un pescado.

De todas maneras, teniendo en cuenta su tenacidad y el interés que demuestra en ello viendo que me manda la misma correspondencia en forma periódica, le propongo lo siguiente: yo me implanto un pene, pequeño por defecto (mido 30 centímetros por el momento, con las espinas en reposo), para poder hacer que usted cumpla con lo que tanto desea. Luego usted, mediante su seguramente hábil y fantástica intervención, me lo agranda. Asumo que la medida final viene a pedido del cliente. Digamos, para dejar ya algunas cosas establecidas, unos veintitrés centímetros. Luego de eso, y con la estimulación pertinente, me dedicaría a embestir prolija y profusamente su lastimoso y pedorro culo con mi nuevo y “enlarged” choto. ¿Cerramos trato?

Suya.

Milton.

PD: Pincho un poco cuando estoy excitada, pero vale la pena.”

Otro:

“Estimado Arthur :

Saludos cordiales.

Con respecto a su mail que recibí ayer, con encabezado: “Free Teen Online CamParty invite”, me gustaría compartir una idea con usted.

La verdad es que la pornografía me aburre, mortalmente. De todas maneras mentiría si dijera que no disfruto ocasionalmente de algún producto en esa línea, ya que me sorprende y maravilla lo delicado de los guiones y la esmerada puesta en escena de algunos filmes del género. Pero, teniendo en cuenta su invitación, querría hacerle una contraoferta: prometo consumir, comprar y entregar mi alma al infierno de los pop-ups si usted, querido Arthur (un nombre muy bonito, por cierto), me ofrece un producto en el que tres atléticos, jóvenes y saludables ugandeses morochos y sudorosos hagan con su, seguramente, consumido por la masturbación y podrido cuerpo todo lo que a mi jodida mente se le antoje. ¿Le parece? Si es así, no demore en contestarme y corro a comprar una webcam.

Suya.

Milton.”

Un último:

“Estimada Laura Gresci :

Saludos cordiales.

Tengo sólo un comentario que hacerle a su agradable y desinteresada propuesta, expuesta en el mail que usted me envía, titulado: “Boletín de trabajo para masajistas”.

Usted se droga muchísimo, ¿no?

Suya.

Milton.”

Jeh.