sábado, 25 de febrero de 2012

Fragmentos III



People change and forget to tell each other.
- Lillian Hellman


*****


- ¿En serio? ¿Ese flaco, Fer? No te sientas mal, es absurdo. Es muy parecido al wachiturro orejón.

- (Apaga el Lucky en el vidrio frío del cenicero cuadrangular con una sonrisa sincera, levanta la vista, suspira) Gracias. Gracias por este momento. De verdad.


*****


- ¿Y te gusta?

- (Revolea las manos con vago gesto de mariposas borrachas) Pséééé...

- Eso no suena muy convincente.

- ¿A vos te gusta algo? En este ámbito.

- Claro.

- ¿Lo poseés?

- No.

- (Pone cara de touché) Claro.


*****


- ¿Pero qué pasó? La verdad, por favor.

- (Deja el libro -que no estaba leyendo- sobre la mesa, busca los puchos, enciende uno de la peor manera posible, se arremanga la ya arremangada camisa) ...

- (Deja el esmalte sobre la mesa, sonríe como un villano de James Bond, se relame como un tigre) ¿Espero o hablo sobre otra cosa?

- Esperá.

- (Tapa el esmalte,) Bueno, ¿Espero a...?

- (Pita, profundo) Estoy viendo por donde terminar.

- No por dónde empezar. Por donde terminar. Que pintoresco de tu parte. Que buena finta.

- No, realmente, empezar... empieza como todo.

- ¿Y eso es?

- Ella dijo cosas.

- ...

- Luego yo dije cosas.

- ...

- O viceversa, es lo mismo. Y después... después el mundo se volvió un lugar desagradable, hostil. Hostil. Pero eso no es lo malo. O no lo realmente malo. Después de eso el mundo se volvió un lugar... NUEVO. Distinto. Porque nadie puede desdecir lo dicho. Las palabras son poderosas. Eso de que se las lleva el viento... es una mentira grande como la Luna. Las palabras modifican el universo. Y ese lugar... esa cosa en la que se había vuelto el mundo... era nueva, no estaba preparado para eso.  No era lo que estaba bien. Y nunca pude conciliar con ese hecho. Nunca pude sentir, otra vez, que el universo funcionaba bien.

- ¿Y entonces? ¿Cómo termina entonces?

- Meses después yo estoy acá. Esta es mi cara. Estos son mis ojos. Acá estoy, después. Así termina. Es un buen resumen. Puede no parecer agradable a algunos. Pero es la verdad. Y nada más importa.

- Jamás pensé escuchar tu rendición. ESO es nuevo.

- Me modificó, sí. Alguna vez alguien me iba a vencer. Así funciona. Así debe funcionar. Y está bien...

- ¿Sí?

- No sé. Sí. No sé. Tengo que creer en algo, ¿no? En la importancia de algo. En lo que se dice y en lo que se hace. En lo que se es. Intrínsecamente. Si no nada tiene sentido. ¿No?

- (Abre el esmalte) Pasame un pucho, por favor.


*****


- Nos veremos en el infierno.

- ¿Por entres las llamas?

- Oh zi.

- Me gustan las llamas. Más que los guanacos o las alpacas, por ejemplo.

- Sí, a mí también.

- Voy a hacer un programa que se llame "Llamas en Pijamas". Va a ser un golazo.

- Yo lo voy a mirar.

- Voyeur.

- Sip.


*****


- Sos linda.

- Por tu culpa.


*****

- No seas tan duro, es una piba inteligente, además.

- Ah, no... no vayas por ese camino. Entiendo que te guste porque está buenísima, especialmente cuando se viste así, pero no necesitás parar en la estación del soporte intelectual para justificarlo.

- ¿ME guste? Estábamos hablando de vos. De TU gusto. No entiendo en qué momento torciste la conversación.

- No quieras confundirme con tu dialética. 


*****


Conversation between Adam and Eve must have been difficult at times  because they had nobody to talk about.
-Agnes Repplier




domingo, 19 de febrero de 2012

Febrero


Reality is that which, when you stop believing in it, doesn't go away.
-Philip K. Dick

 
Soñé piel. Soñé piel y una bombacha blanca.

***
 
El cielo sangraba, lento y seguro, nubes y se extendía, como todo cielo, de manera total, azul y plano, dentro del rango de mi vista.

***

¿Cómo tan poco tiempo se replica, se come, anega, se hace dueño de tanto tiempo?

Eso pensé antes de dormir, luego del pucho último y las habituales veinte páginas del libro de la mesa de luz.

***

Zapatillas blancas, jean azul, una camisa de color indefinido y los ojos muy abiertos mirando un cielo demasiado brillante como para distinguir formas.

¿Qué son días? ¿Qué son noches? ¿Qué es lo que te maneja?

Apenas se entiende eso, nublado, como mi visión, viniendo del cielo.

El cielo habla. O eso parece.

Hay un pájaro, que también es un gato y también es un pez, colgado, gigante y verde y dorado y hecho de olor a lluvia y de pecas y de una voz que ya cambió, en el cénit.

Luego, esas cosas que son inefables y que son de los sueños:

La consistencia de un pezón, el olor de una piel, el ascua de un cigarrillo en la oscuridad, muchas charlas hechas de palabras primeras y sinceras y la sensación de ser completo.

Todo eso, como las preguntas, como el ¿Qué son días?, desprendiéndose directamente desde el pez, que también es pájaro y también es gato, que está colgado, todo de olor a lluvia, en el cielo.

Hay mil nubes. O más. Rayan el cielo a una velocidad que es imposible. Corren de izquierda a derecha y dan vértigo.

Entiendo, porque es sencillo, que es una forma de hablarme del tiempo. 

Entiendo eso y siento el olor y la orografía de un cuerpo. Entiendo eso. Lo sufro, lo aprendo. Entiendo, ahora, también, la forma, la bombacha blanca, el símbolo y la forma circular de mi tiempo.

Entiendo las zapatillas y el hecho de no estar ahí.

Entonces se hace de noche.

Uno nunca, nunca nunca nunca, nunca nunca nunca, nunca nunca jamás se puede cansar de ver las estrellas. Especialmente cuando son tantas.

Y ahora es el gato, que también es pez y también es pájaro y también empieza a romperme las pelotas, el que está colgado de este cielo nocturno.

Y las estrellas siempre cuentan historias, siempre escriben eso que nadie va a volver a recordar, porque alguien tiene que ocuparse de la memoria, alguien tiene que saberlo todo. Siempre escriben eso que uno mete bajo la alfombra, porque cree que ya no sirve, porque ahora duele, porque ya no es.

El valor es, tal vez, la virtud que más persigo. Porque me es la más esquiva. 
Es... doloroso saber que tus palabras son mejores que tus acciones, que tus ideales son mejores que tus realidades, que tu fuego es tímido y pequeño como para alumbrar aquello que querés ver. Aquello que buscás. Tu deseo-del-corazón.

Canta el gato. Canta porque todo, siempre, puede ser canción. Porque es mucho más sencillo entender ese estímulo que el duro y básico ¿Qué son noches? Canta porque es piadoso. Porque sabe que fallo, pero también sabe que quiero.

Sol. Pienso. Eso quiero. Quiero eso.

Y, entonces, entiendo.

Todo lo que duele deja de doler cuando entendés que es verdad.

***
 
Despierto.

Lo malo de la mentira, entre muchas otras cosas, lo realmente malo de la mentira es el saber, el entender cabalmente, que algo que no es tiene el mismo poder que algo que sí es. Que crece y se reproduce y hace metástasis de una manera tan fuerte como la verdad si no hay nada (si no hay nadie) que la detenga.

Pero la verdad, oh, boy, es linda como el olor del pasto recién cortado, como una taza de café al despertar, como el pucho que un amigo te pasa en silencio en el medio de la noche.

Es bueno cuando uno elige sus batallas. Pero sirve, también, cuando la batalla lo elige a uno, saber, sin dudarlo en lo absoluto, en qué lado del tablero se quiere ubicar.

Are you really sure that a floor can't also be a ceiling?
-M.C. Escher