Escribir es volar en sueños.
Cuando te acuerdas. Cuando puedes. Cuando funciona.
Es así de fácil.
Neil Gaiman
Hoy, gracias al estado en Facebook de un amigo, recuperé una cita. Una cita que en un tiempo me quemaba.
He creates a new language, a new grammar, eight cases and five genders. This passes twenty minutes. Then it’s boredom again…
The Enigma kills time – Enigma #1: The Lizard, The Head, The Enigma
Me quemaba por un tema que supo ser recurrente y nunca pude resolver: el aburrimiento. Nunca entendí, ciertamente, si estaba aburrido como constante o si nunca me aburría. Hoy creo estar más cerca de la segunda alternativa. Incluso: no entiendo como alguien puede aburrirse. O como puede alguien pensar que aburrirse es algo malo. Ojalá pudiera hacerlo.
Si tuviera el tiempo y la capacidad suficiente para aburrirme, no habría límite para las cosas que NO haría.
Pero no es el aburrimiento lo que hay detrás de la puerta que el reencuentro con la cita abrió.
Es la escritura.
Recordé que hace tiempo usé esa cita como epígrafe para poner en palabras el sueño de un amigo, cuando escribía sobre ellos.
Recordé cuanto hace que no escribo.
Miento. Escribo a diario. Cada noche escribo. Tal vez no más de dos párrafos de cosas repetidas, de conversaciones que nunca fueron o de conceptos que ya no importan, pero escribo. Cierro el Word sin salvar como despedida de eso siempre. No es importante. En 24 horas esos mismos fantasmas vuelven a poblar la pantalla.
Recordé cuanto hace que no escribo algo que me satisfaga, no escribo algo que no sea un reflejo o una forma de ir matando otro algo, cuanto hace que no me encuentro con cosas (refrito precisamente la entrada que contenía esa cita) como esta:
http://semilla001.wordpress.com/2008/09/24/wing-is-written-on-your-feet/
Septiembre del 2008, nada de tiempo, todo el tiempo.
Uno escribe.
Escribe por inquietud. Escribe para sanar. Escribe para confirmarse. Escribe para decir, para ordenar lo que dice. Escribe para agradar o para desafiar o para pensar que no hace ninguna de esas dos cosas cuando sí lo hace. Escribe para gritar, para tener la voz más alta.
Escribe para buscar.
Eso es lo que más me sucede. Escribo para buscar.
Entonces, uno busca.
Busca para encontrar, ¿no?
Parece una boludez la pregunta.
¿Y si no? ¿Y si uno entiende que no busca para encontrar? Es rarísima la sensación. Uno, cuando busca, busca para encontrar, seguro. Busca con desasosiego y con entusiasmo. Busca con inquietud y con esperanza. Busca para encontrar. Encontrar. Que palabra.
Si uno se da cuenta de que, deliberadamente, busca para no encontrar, ¿Entonces qué?
¿Cómo se lleva eso? ¿Cómo se solventa?
Buscar con denuedo, con angustia, con valor, con alma y vida. Pero buscar para no encontrar. No, ojo, buscar y no encontrar. Esa es una de las reglas del juego. Buscar con el propósito de no encontrar.
¿Cómo escribís algo satisfactorio cuando, cuando buscás, buscás para no encontrar?
¿Y cuando soñás? Cuando la oscuridad te desparrama toda su negrura encima como una frazada vieja y pesada y lo único que podés hacer es buscar y escribir, porque soñar tiene mucho de eso. ¿Qué hacés cuando soñás para no encontrar?
Es una poronga, viejo.
Es una poronga.
1 comentario:
Ni lento ni perezoso te diría que debés escribir más seguido.
Quizas no encuentres, pero encontraras satisfaccion en ello.
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